“Rata de dos patas, te estoy hablando a
ti.”Esperemos que hayáis entendido el mensaje de la canción rata inmunda que subimos al blog hace
unos días. Exacto, realmente no hace referencia a la rata (el roedor), si no a
un humano. En este caso, la metáfora es extrapolable a todo el género humano.
Continuamente tendemos a culpar de nuestros problemas y males al otro, a la otredad. Establecemos una barrera
inquebrantable entre nosotros y el otro, y planteamos una dicotomía que siempre
está cargada con matices morales: nosotros somos lo bueno, el otro es lo malo.
La Peste Negra supuso tal impacto que desde el primer momento se le atribuyó
una causalidad maligna, supraterrenal. Con la aparición de los primeros
enfoques científicos hacia el problema, la culpabilidad de la otredad siguió
imperante. La rata negra se había convertido en la causa de su expansión. La
demonización de la rata a raíz de la Peste Negra actuó como catalizador de una
percepción que ya se estaba gestando durante mucho tiempo. La rata pasó de ser
un ente neutral, compañero y vecino del humano, a ser un animal repugnante y
relegado a los ambientes oscuros y pestilentes. Su verdadero ambiente, donde
debía estar y del que no debía salir. El principal causante de las epidemias de
peste nunca fueron los roedores, ni la bacteria Yersinia pestis. A quién debemos de mirar es al propio ser humano.
Es imposible entender la peste sin analizar las dinámicas humanas que
acontecieron en Europa y Asia durante la Edad Media. Los intercambios
comerciales, la urbanización del espacio, la aglomeración y densificación de
las ciudades, el tratamiento de las aguas y de los vertidos residuales, etc. En
ningún caso se trata de ver al humano como el verdadero problema. No. Se trata
de analizar unos acontecimientos que inevitablemente se sucedieron de una
manera determinada, donde una serie de agentes actuaron gracias a que el
contexto humano lo propició.
Con esto queremos incidir en uno de los objetivos principales de este proyecto: analizar las dinámicas que dieron lugar a la Peste Negra
desde la perspectiva de la otredad. Ofrecer una nueva mirada, para poder
comprender mejor la escena. Situarnos desde la visión de dichos agentes, pues
sin esta mirada, nunca podremos mirarnos a nosotros mismos desde fuera.
Juan Ignacio Alonso Porras
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